miércoles, 14 de octubre de 2009

Contrastes.


1.
"El guerrero cargó toda su vida con una pesada armadura.
En las campañas, dormía con gran parte de ella.
La experiencia le había otorgado razón en una cosa:
con armadura se sobrevive.

Ahora ya viejo, lloraba por no haberse mostrado sin ella.
Lloraba por no haber utilizado el máximo de agilidad moza.
Se acongojaba por no haber golpeado con puños y piernas desnudas.

Pero más sufría de no haber muerto a manos de alguna joven
Que clavara la espada del amor en su corazón…
La daga de la felicidad…
La flecha de la tranquilidad…
El puño de la plenitud…

¡Cuánto añoraba ser joven!”
Autor: Héctor Hernández Opazo.


2.
El viento soplaba desde lo alto de unas majestuosas colinas.
El guerrero y sus ejércitos esperaban en el valle la embestida
de unos bárbaros de piel oscura
Hedor mezcla de sudor, tierra, bestias salvajes, y sangre

El suelo temblaba…las bestias hablaban…los hombres rugían.
No había vuelta atrás.
No había posiblidad de retorno.
El miedo les calaba los huesos.

Sólo en su fantasía el guerrero podía volver atrás…
La pulcritud y simpleza de su hogar,
Las líneas finas y delicadas de su arquitectura,
El olor de flores y árboles en su patio
Que penetraban por las ventanas de su casa…
Su hermosa y cariñosa mujer,
Su olor inconfundible
Y las huellas de su presencia en los mínimos detalles de su morada…

La suciedad y complejidad del campo de batalla
Las líneas gruesas y robustas de los ejércitos
El olor del barro, comida putrefacta y desechos del campamento
Que penetraban por las narices de los soldados…
El horripilante e indolente ejército que se acercaba…
Su olor inconfundible
Y las huellas de su presencia hasta en los mínimos detalles de su casa…
Sí, aquella casa cuya presencia se había extinguido por la brutalidad del enemigo.

El ejército se aproximaba, la batalla se desencadenaba.

Cuánta sangre debían regar los campos
para hacer nacer nuevas flores!

Autor:Héctor Hernández Opazo.

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